Película: Los miércoles no existen.
Dirección y guion: Peris Romano.
País: España.
Año: 2015.
Duración: 128 min.
Género: Comedia romántica, musical.
Reparto: Eduardo Noriega, Inma Cuesta, Gorka Otxoa, Alexandra Jiménez, Andrea Duro, William Miller, María León.
Estreno en España: 16 Octubre 2015.
Calificación por edades: No recomendada para menores 12 años.
Me gusta el cine español. Me gusta desde siempre y lo digo con placidez, no con esa sensación de cometer perjuro que tienen algunos al insinuarlo. Me gusta porque en él aparecen joyas como Los miércoles no existen, películas que destilan honradez y que exudan creatividad. Porque la cinta que ahora nos presenta su director y guionista, Peris Romano, es de una realidad tan honesta como las estadísticas, pero transcrita en rostros identificables e historias con las que empatizar. Y todo ello lo lleva Romano con un gusto soberbio y también clásico, con reminiscencias del día a día y gesto de pura cotidianeidad.
Este guion cinematográfico reconvertido por los rigores de la crisis en obra teatral, no solo consiguió conquistar a más de noventa mil personas en sus cinco temporadas, sino que renació con fuerza como película, una cinta que a buen seguro repetirá el éxito obtenido en las tablas. El éxito de su propuesta recae no solo en su puesta en escena, sino en sus grandes actores. En la gran pantalla vemos a siete representantes de esta nueva generación todoterreno de intérpretes que tan buenos resultados está entregando. César (Gorka Otxoa), es un joven en la treintena que sueña con una mujer, unos niños, unos nietos, una casa con jardín y un perro salchicha. Así de seguido y en ese orden. Sin embargo, con la huida de Patricia (María León), sus anhelos más íntimos vuelven a verse incumplidos; y es que nada es lo mismo desde que Mara (Inma Cuesta), le dejara en plena proposición de matrimonio, cuando estaba cerca de cumplir sus codiciados planes.
Imagen de Los miércoles no existen, distribuida en España por eOne Films Spain © 2015 José Frade Producciones. Foto por Carlos GPR. Todos los derechos reservados
Su mejor amigo, Hugo (William Miller), tampoco es un gran triunfador, aunque su imponente físico le ayude a salir del paso con relaciones esporádicas, su carrera como artista no acaba de despegar, a lo que tampoco contribuye despertarse cada mañana con una nueva conquista entre sus sábanas. Una de ellas será Irene (Alexandra Jiménez), una chica en plena despedida de soltera que acaba en su cama sin saber cómo ni por qué. Tampoco su futuro marido Pablo (Eduardo Noriega), parece tener las cosas claras con respecto a su relación, y mucho menos su desinhibida hermana Paula (Andrea Duro).
Imagen de Los miércoles no existen, distribuida en España por eOne Films Spain © 2015 José Frade Producciones. Foto por Carlos GPR. Todos los derechos reservados
A este fresco cotidiano y urbano, se le suma un nuevo personaje, la banda sonora, una suerte de corifeo indie que participa de la narración de manera diegética, conduciendo las emociones de los personajes con sus letras, y que como buen acompañamiento, condimenta pero en ningún caso satura. Esa presencia musical, tan heredera del concierto en directo que ofrecía en el teatro, no solo ilumina una película de por sí resplandeciente, sino que le otorga un punto de cromatismo boho que tan bien marida con la dirección de arte y la escenografía. Los entornos elegidos configuran un Madrid alejado de los callejones oscuros, sórdidos y grises, para ofrecer una ciudad con ventanas al cielo y que apunta alto para entregar una cinta urbanita sin patetismos, y sincera sin excentricidades.
Imagen de Los miércoles no existen, distribuida en España por eOne Films Spain © 2015 José Frade Producciones. Foto por Carlos GPR. Todos los derechos reservados
Con sus actuaciones musicales remozando temas como “Fiesta”, “No puedo vivir sin ti”, “Truhan” o “Bámbola”, e incluso entonando la paradigmática “La chanson de Prevert” de Gainsbourg, sus personajes lo dan todo de manera tan sincera, que solo puede resultar admirable. Sus miradas, las de todos, son dignas de mención: el realismo de Inma Cuesta, la contención de Alexandra Jiménez, la hipérbole de William Miller, la desesperación de Gorka Otxoa, la persuasión de Eduardo Noriega, el enfado de María León o la estupefacción de Andrea Duro. Todos ellos son de una franqueza incontestable.
Por supuesto, a Peris Romano debemos un guion sin fisuras, completamente actual y del todo necesario, que nos recuerda que cuando están bien hechas, nuestras historias nos gustan más. El cine español va por buen camino. Queda dicho.
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