La prudencia no previene todos los males;
pero la falta de ella nunca deja de atraerlos.
Lingrée
Queridos amigos de Todo Es Cine:
Un placer estar con todos vosotros. Estrenamos mes y, con él, nuevas propuestas cinematográficas y nuevas reflexiones. En este mayo tan bonito lleno de flores, sol y primavera, queremos traer aires renovados. Para ello, he escogido una película muy característica, ya que en estas latitudes, el primer domingo del mes de mayo se celebra el día de la madre, y desde aquí queremos enviar un saludo a todas las madres del mundo, en especial a la mía, que no está pasando por buenos momentos.
Imagen de La carta final © 1987 Columbia Pictures Corporation y Brooksfilms, distribuida en España por Columbia TriPictures. Todos los derechos reservados |
La película escogida es El búho gris (1999, Richard Attenborough), basada en la vida de Archibald Belaney. La historia nos lleva a los bosques de Canadá, donde un británico (Pierce Brosnan) es acogido por los nativos americanos como si fuera otro indio ojibwa más. Él vive con ellos y es un hombre huraño, que quiere vengarse del dolor que pasó en su niñez y juventud con la madre naturaleza, la cual le ofrece todo aquello que Archibald necesita.
Imagen de La carta final © 1987 Columbia Pictures Corporation y Brooksfilms, distribuida en España por Columbia TriPictures. Todos los derechos reservados |
A su vida llega Anahareo (Annie Galipeau) y, como si de unos nuevos Adán y Eva se tratasen, viven en armonía con su entorno. Él es trampero y cazador, y un día ve que no tiene suficientes pieles y debe llenar la despensa y pagar sus facturas. Aunque está prohibido poner cebos, Archibald sale en busca de nuevos inquilinos para los suyos. Allí se encuentra que ha dejado “huérfanos” a dos pequeños castores sin destetar, decidiendo acabar allí mismo con sus vidas, ya que sin su madre, según él argumenta, no tienen futuro. Anahareo lo evita y los recoge, les da leche mediante los mordiscos que ellos instintivamente dan a la madera. Archibald se da cuenta de que la caza indiscriminada de castores estaba llegando a cotas desastrosas y a la desaparición de la especie. Recordemos que está basada en hechos reales y que fue verídica su historia.
Él escribe un libro, El hombre de la última frontera (1931), y se hace muy famoso, viaja por todo el mundo dando conferencias vestido con atuendo de indio ojibwa, hablando de lo mal que tratamos a la tierra. Cuando vuelve a Canadá, lo primero que hace es confesarle a los indios su procedencia, pero ellos le acogen a él y a su pareja como hijos igualmente, incluso a un intrépido periodista que seguía sus pasos. Es una película que, aunque no tiene grandes pretensiones, nos puede ayudar a pensar en todo lo que Archibald Belaney dijo en los años treinta del pasado siglo, reflexiones que aún hoy en día nos pueden extrañar y a las que todavía no hemos hecho gran caso: “la tierra en la que hoy estamos de inquilinos, es la tierra de nuestros descendientes”. Esos descendientes ya somos nosotros.
Con igual pulcritud, pensemos en los que tienen que venir y seguir llenando la madre tierra. Hoy, en días tan especiales, no nos olvidemos de ella, es la madre que acoge a árboles, animales, seres vivos, todos dependemos unos de otros y de ese equilibrio, un equilibrio milimetrado que está por encima de todos nosotros.
Por eso la prudencia no previene todos los males, pero la falta de ella nunca deja de atraerlos. En este mes de mayo, prudencia y amor para todos.
Feliz mayo. Desde Todo Es Cine.
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