No es posible la humanidad si no tenemos una nueva relación con la Madre Naturaleza.
Rigoberta Menchú
Queridos amigos de Todo Es Cine:
Un placer estar con todos vosotros. Como nos encontramos en pleno verano, en esta época estival nos acercamos más a la naturaleza; por ello hoy os voy a hablar de una película que, espero, os guste: Una vida a lo grande (2017, Alexander Payne).
La historia nos lleva a conocer a una pareja, Paul (Matt Damon) y Audrey (Kristen Wiig). Ambos ven en los medios de comunicación y en las nuevas tecnologías que se ha realizado en Noruega un nuevo descubrimiento, el cual permite que las personas puedan encoger hasta alcanzar los dieciséis centímetros. Debido a la superpoblación y a todos los desastres que estamos provocando en nuestro planeta, este tamaño permitirá a los humanos vivir más confortablemente con menor utilización de recursos.
En vista de las ventajas que supone la mejora de su situación, Paul y Audrey deciden lanzarse a la aventura permitiendo que apliquen sobre ellos el nuevo método. Se despiden de sus amigos y familiares, quienes no entienden su decisión, aunque aceptan el camino que han escogido. Se van al instituto donde los preparan para la miniaturización, y allí Paul pasa por todas las fases. Cuando despierta, busca a su mujer desesperadamente pero no la encuentra, ya que se arrepintió en el último momento. Esto hace que Paul no vea las cosas de igual manera: la casa, los espacios de ocio, nada tiene sentido. Intenta volver a la vida y tener citas con nuevas mujeres, pero todo parece frío.
Sin embargo, la vida le presenta a su vecino Dusan (Christoph Waltz), un hombre ruidoso con sus fiestas, de quien se hace amigo en medio de una discusión. Este a su vez le presenta a Konrad (Udo Kier), otro amigo de mayor edad. Junto a ellos entra en su vida Ngoc Lan Tran (Hong Chau), una mujer limpiadora que había sobrevivido a un accidente en la cárcel y, en ella, Paul encuentra un nuevo mundo. Ngoc había perdido la mitad de una pierna y esto le obliga a llevar una prótesis, la cual Paul se ofrece a arreglar, aunque en realidad le rompiera a propósito el pie para poder ayudarle. Ngoc se preocupa de todos aquellos que no salían en los catálogos, la gente pobre, de quienes vivían en edificios altos sin ascensor, los enfermos y hambrientos. Donde ella trabaja y de las casas a las que acude, va recolectando restos para llevárselos a quienes más lo necesitan, lo que en lugar de ver sobras encuentran su menú diario y su sustento. Paul intenta ayudarla, pero ella no es débil, ni mucho menos; ella sabe lo que quiere y a quién debe ayudar. La aventura que sigue es para vosotros.
Una vida a lo grande es una película de ciencia ficción, aunque lo cierto sea que las noticias en televisión y en las redes hacen que su historia llegue a parecer incluso cotidiana. Una de las lecturas de su mensaje es el de la honestidad y el altruismo; no importa que queramos salvar el planeta, siempre parece que hay seres que se quedan atrás, sin que nadie los vea. Es a ellos a quienes debemos ayudar. Ngoc es consciente de ello, sabía que nada merece la pena si no ayudamos, si no tenemos pequeños grandes gestos con este hogar, que es nuestro planeta. Apliquémoslo en nuestro día a día, no dejemos restos de basura en las playas, reciclemos, intentemos hacer pequeñas acciones para mejorar este maravilloso hogar, donde hay pequeñas personas que hacen grandes cosas.
Por eso: no es posible la humanidad si no tenemos una nueva relación con la madre naturaleza.
Felices vacaciones, con todo el cariño desde La Mecedora.
Deja un comentario