Nuestras vidas se definen por las oportunidades, incluso las que perdemos.

F. Scott Fitzgerald

Queridos amigos de Todo Es Cine:

Un placer volver a estar con todos vosotros. Iniciamos mes y, con él, analizamos una nueva película. En esta ocasión La chica del adiós (1977, Herbert Ross), basada en la obra teatral homónima de Neil Simon, quien también firma el guion.

Imagen de ‘La chica del adiós’ © 1977 Warner Bros. Todos los derechos reservados.

La historia nos lleva a un apartamento de Manhattan donde Paula McFadden (Marsha Mason) y su hija de diez años, Lucy (Quinn Cummings), viven con Tony, la pareja de Paula. Una mañana, se levantan y se enteran de que Tony las ha abandonado, dejándolas en una mala situación. Paula había sido bailarina en el pasado, pero lo dejó todo cuando Tony, un actor, le propuso compartir su vida con él. Pero ahora Tony se va a rodar a Italia y, sin dar más explicaciones que una carta, decide no volver con Paula. Lucy, que ya ha vivido más experiencias de este tipo, se da cuenta de que Tony ha abandonado definitivamente a su madre.

Imagen de ‘La chica del adiós’ © 1977 Warner Bros. Todos los derechos reservados.

Al salir con lo poco que les queda a por comida, la casera le informa de que va a venir un nuevo inquilino al piso, ya que Tony se lo ha subarrendado. Debe abandonar el apartamento cuanto antes. Pero Paula continua en la negación más profunda, viviendo despreocupada hasta que, una noche, durmiendo junto a su hija, llega Elliot Garfield (Richard Dreyfuss), otro actor que durante unos meses estará en Nueva York interpretando Ricardo III en el teatro. Elliot tampoco tiene dinero, ni siquiera para una noche de hotel, así que decide instalarse un día antes en su casa recién realquilada. Pero se encuentra con una puerta cerrada y a Paula dentro, rogándole que se vaya.

Imagen de ‘La chica del adiós’ © 1977 Warner Bros. Todos los derechos reservados.

Elliot sale a la calle y, empapado por la lluvia, le llama desde una cabina telefónica frente a su casa. Ambos llegan a un acuerdo: él se instalará en la habitación de Lucy y Paula se quedará con la habitación grande con su hija.

A la mañana siguiente, se reinicia la discusión, las formas de vida de Elliot disgustan a Paula, quien mira por su casa, la cual decoró y cuidó como suya durante tanto tiempo. Elliot llega con otras costumbres, como una guitarra que toca para poder relajarse antes de dormir o mañanas de incienso y meditación… El choque entre la frustración de ella y la difícil aceptación de ese piso compartido para Elliot no hacen más que comenzar.

Imagen de ‘La chica del adiós’ © 1977 Warner Bros. Todos los derechos reservados.

Su conflicto no muestra una resolución fácil. Paula intenta volver a su antigua vida, pero no lo consigue. Se presenta a las pruebas de baile, pero el tiempo sin ejercitar los músculos le ha pasado factura. Todos los demás bailarines están mejor preparados. También tiene otro percance, estando con Elliot le roban la cartera, perdiendo todos sus ahorros. Así que Elliot debe repartir su poco dinero entre los tres. Aun así, la aventura solo acaba de empezar y esa es para vosotros.

Imagen de ‘La chica del adiós’ © 1977 Warner Bros. Todos los derechos reservados.

He escogido esta película, que justo este mes cumple cuarenta y cinco años, ya que no es la típica comedia cuyos personajes reciben la respuesta en la mano. Aquí Paula tiene que reflexionar, cambiar y adaptarse a una nueva vida que, aunque aparentemente es desastrosa, poco a poco la va cambiando y le va haciendo crecer. Lo mismo sucede con Elliot, quien aprende a ser generoso y a hacerse responsable con esas dos personas con las que comparte apartamento.

Imagen de ‘La chica del adiós’ © 1977 Warner Bros. Todos los derechos reservados.

Con un humor algo trágico, vamos viendo la evolución de los personajes, pues, si hay algo claro en la vida, es que está llena de cambios, y la adaptación es fundamental, cuando no imprescindible.

Por eso, nuestras vidas se definen por las oportunidades, incluso las que perdemos.

Con todo el cariño, os deseo un feliz junio desde La Mecedora.

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