Quien conserva la facultad de ver la belleza no envejece.
Frank Kafka
Queridos amigos de Todo es cine:
Un placer volver a estar con todos vosotros. Empezamos año y me gustaría compartir una reflexión sobre la película El curioso caso de Benjamin Button (2008, David Fincher), basada en el cuento homónimo de F. Scott Fitzgerald (1922). Su historia empieza de lo más desalentadora: un bebé llega al mundo con una fisionomía no normal y pronto es considerado un engendro de la naturaleza por su padre, quien le abandona en la escalinata que lleva a un asilo de ancianos. Aunque su madre había fallecido en el parto, en aquel lugar Queenie (Taraji P. Henson), una joven afroamericana que tenía la ilusión de ser madre (y ya lo era en su interior), encontró en aquel bebé su bebé. Benjamin (Brad Pitt) crecía ante los ojos atónitos de quienes le rodeaban, los espectadores que veían en el niño un anciano de ochenta años, y que además padecía los problemas propios de la edad. Pero el amor de Queenie hacía que Benjamin encontrara el calor humano.
Fotograma de The curious case of Benjamin Button. Copyright © 2008 Warner Bros. Pictures, Paramount Pictures y The Kennedy/Marshall Company. Fotos de Merrick Morton. Distribuida por Warner Bros. Pictures International España. Todos los derechos reservados. |
Al seguir caminando por la vida se encontró con su amor, en ese momento no lo supo entender porque Daisy (Elle Fanning) era sólo una niña, pero fue la segunda mujer que nunca le vio con los ojos, sino con el corazón.
La película tiene flashbacks que nos transportan al pasado desde un hospital en Nueva Orleans, donde una mujer enferma terminal, Daisy (Cate Blanchett) está postrada en una cama. Su hija (Julia Ormond) lee y repasa su vida y nos va contando las historias y peripecias de un hombre nacido al revés. Con esa premisa, Benjamin cada día era más joven mientras veía a todo el mundo envejecer, y se sorprendía de las cosas que en su cuerpo y en su mente se iban produciendo. Como un adolescente se encuentra con los cambios propios de su edad, Benjamin también veía otra persona en el espejo que él mismo no conocía. Y así descubrió que era tan difícil o más vivir al contrario que el mundo; como si de un reloj se tratara, él también iba dando vueltas al revés. Pero se casó y tuvo un bebé, y Daisy estuvo con él, de una forma u otra Benjamin estuvo con Daisy siempre
Cuando vi esta película, me trajo el recuerdo de una obra de teatro de Enrique Jardiel Poncela, Cuatro corazones con freno y marcha atrás (1936), que hace años vi adaptada en un Estudio 1. En la obra teatral ocurría un poco lo mismo: cuatro personajes que se vuelven inmortales y que cada día rejuvenecen y consiguen más alegría, más fuerza y más vitalidad. Pero que el hecho de no envejecer no les hace más felices. La vida está hecha de muchas cosas, sobre todo de coherencia, o eso es lo que todos buscamos. Al intentar establecer analogías con la literatura, nos damos cuenta de que la naturaleza hace bien su trabajo; depende de nosotros en parte, a veces más de lo que creemos, sobre todo en tener fuerza y una visión de la vida lógica. El envejecer está muy mal visto en esta sociedad de consumo, todos nos venden cremas milagrosas y pastillas que nos hacen mejores, y no nos damos cuenta de que ya somos mejores.
No mires fuera y, al igual que la madre adoptiva de Benjamin, mira dentro, como también lo hizo su querida Daisy, que le amó siempre. Dentro hay algo más, un espíritu, una belleza que hace que la edad nos haga más inteligentes, más sabios.
Que este año que parece hemos empezado como Benjamin al revés, se vaya consolidando poco a poco en un fuerte personaje, que todo vuelva a su ser, y que todos encontremos la paz, la alegría y el trabajo, y que todos arrimemos el hombro para ayudar a quien lo está pasando mal.
Con todo el cariño, feliz 2013 para todos. Desde la Mecedora.
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