Título original: Jurassic World: Dominion. Año: 2022. Duración: 146 minutos. País: Estados Unidos. Dirección: Colin Trevorrow. Guion: Emily Carmichael, Colin Trevorrow, con historia de Derek Connolly y Colin Trevorrow. Basada en los personajes creados por Michael Crichton. Música: Michael Giacchino. Fotografía: John Schwartzman. Reparto: Laura Dern, Jeff Goldblum, Sam Neill, Chris Pratt, Bryce Dallas Howard, Isabella Sermon, DeWanda Wise, Mamoudou Athie, Omar Sy, Campbell Scott, BD Wong, Justice Smith, Daniella Pineda. Productora: Amblin Entertainment, Universal Pictures, Perfect World Pictures, Latina Pictures. Distribuidora: Universal Pictures. Estreno en España: 9 de junio de 2022.
“Es imposible superar al tándem Spielberg-Crichton”. Esas fueron las palabras premonitorias de Colin Trevorrow, director de la cinta que nos ocupa, la cual pondrá fin, previsiblemente, a las dos franquicias. Pese a ello, es de recibo admitir que Trevorrow ha estado a la altura de las expectativas, ya que Jurassic World Dominion es un festín para los sentidos jurásicos, cretácicos y, sobre todo centennials, con un tono nada sencillo que aúna en una misma sala a adultos, niños y, lo que es más complejo, fanáticos de la saga.
Que cada día se hará más y más complejo cubrir el expediente jurásico es un hecho probado, pese a los ímprobos avances tecnológicos que convierten acudir al cine en toda una experiencia sensorial. El mundo ha cambiado, pero Amblin y los hacedores del universo Jurassic saben cuál es el punto idóneo de los espectadores. Sin duda, este era el momento adecuado para retomar la saga.
Jurassic World Dominion, sin embargo, evidencia que hay un cine que también se ha extinguido, el de finales del siglo XX, con su ingenuidad, sus esperanzas futuras, su confianza en el porvenir y en la ciencia. El buen material con que cuentan se mantiene, es cierto, y también lo es que nunca se ha mostrado un cine con mayores y mejores medios, pero el candor de la sociedad pasada se ha perdido, al tiempo que el suceder de los acontecimientos ha ido configurando otro mundo. Los espectadores de entonces, que diría Neruda, ya no somos los mismos.
Porque antes de Jurassic World Dominion llegó 2020, lo que implicó un choque frontal con la ciencia ficción. Esto provoca que la distopía que propone la película parezca tan cercana y tan real como la vida misma, por lo que en su atmósfera sobrevuela un perturbador “podría pasar”.
La doctora Ellie Sattler (Laura Dern) se dedica ahora a investigar una extraña plaga de langostas que asola Estados Unidos de costa a costa, en la que es una de las catástrofes más devastadoras que jamás ha existido. El alimento de la población global está en peligro, si llega a extenderse a más países. La culpable de su propagación es BioSyn, una empresa de ingeniería genética en cuyas instalaciones se encuentra el ADN original de las langostas cretácicas empleadas para la modificación de los acrídidos actuales. Para BioSyn trabaja Ian Malcolm (Jeff Goldblum), quien invita a Ellie al recóndito santuario de dinosaurios de la empresa, donde podrá hacerse con la muestra que necesita. Para desplazarse allí, la doctora Sattler busca a Alan Grant (Sam Neill), de quien no sabe nada desde hace años, y del que solo recuerda que vive apartado de la sociedad, haciéndose cargo de una excavación que se ha quedado sin fondos para prosperar. Juntos viajarán al santuario para descubrir los planes de BioSyn.
Lo que ellos no saben es que Owen Grady (Chris Pratt) y Claire Dearing (Bryce Dallas Howard) también se dirigen a BioSyn en busca de Maisie Lockwood (Isabella Sermon) su hija de catorce años. Maisie es, en realidad, el clon de la científica Charlotte Lockwood, hija de Benjamin Lockwood, el cofundador de Parque Jurásico junto con John Hammond. La niña, secuestrada por los secuaces del ideólogo de BioSyn, Lewis Dodgson (Campbell Scott), será vista por una buscavidas llamada Kayla Watts (DeWanda Wise) quien se unirá a sus padres para dar con su paradero.
Trepidante, oscura y repleta de sobresaltos, este final (provisional) de la franquicia ha cubierto las expectativas creadas, aunque muestre cierta tibieza. Eso sí, cumple con los anhelos nostálgicos sin tacha: solo ver reencontrarse en pantalla al trinomio Dern-Neill-Goldblum es suficiente atractivo como para sucumbir a la cinta, por lo que todo lo demás, por añadidura, son extras que completan la experiencia global. La lucha de saurios, deudora de aquel enfrentamiento de Godzilla contra King Kong, es solo un guiño a un cine de siempre que alcanza su cénit con la efigie del T-Rex atravesando la gran pantalla. Parque Jurásico, parece decir, está más viva que nunca.
Jurassic World: Dominion es, en definitiva, una cinta que, sin ser necesaria, permite dar rienda suelta a la añoranza de tiempos pasados, aderezando la vivencia con una pátina de energía renovadora que no decepcionará a los buscadores de adrenalina.
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