Grandes esperanzas crean grandes personas
Thomas Fuller
Queridos amigos de Todo es cine:
Un placer volver a estar con todos vosotros. Como empieza un nuevo mes, vamos a tratar y a reflexionar sobre una película que a mí en particular me encanta, Serenata nostálgica (1941, George Stevens). La historia nos va llevando a conocer la vida de Julie (Irene Dunne) y Roger (Cary Grant), una pareja que se conoce en una tienda de discos, y a partir de entonces la música será la compañera infatigable de toda su vida. Después de casarse, y por razones del trabajo de reportero de Roger, se van para Japón, pero allí un terremoto hace que pierdan a su bebé. A partir de entonces, la búsqueda de un hijo será su vida, la parte más deseada. Tienen una pequeña casita, debajo tienen la redacción donde trabaja Roger con el resto de periodistas. Allí esperan con impaciencia la llegada de ese bebé. Una llamada de la señora Oliver, la trabajadora social de la época, hace que sus vidas den un giro. Ellos quieren un niño rubio, de ojos azules y hoyuelos, pero qué importa, a sus vidas vendrá una niña preciosa y, a pesar que todo no va bien en la vida de los padres, pues la falta de dinero y la inexperiencia de los nuevos papás es evidente, todo queda apagado por el inmenso amor que Julie y Roger dan a su hija. Era un amor que les hacía muy felices a todos.
Imagen de Serenata nostálgica – Copyright © 1941 Columbia Pictures . Película distribuida en España por Suevia Films. Todos los derechos reservados |
Pero otra desgracia cae en la casa de los Adams. Al no soportar la carga de tanto dolor, se mermará la relación de la pareja, dejándolos tristes y exhaustos. Cualquier detalle, el no dar un penique, el vestido de ángel que le hace la madre para la representación del colegio, todo dolía en sus corazones llenos de amargura. Suena una llamada telefónica de última hora. Es otra vez la señora Oliver. Hay otro niño esperándoles; una escalera en blanco y negro, llena de sombras y de vacío, se ilumina; esa voz, esa llamada, hace que a los personajes les devuelvan las ganas de vivir, la ilusión vuelve a llamar a esa puerta. Es su bebé. Él empieza a pensar en lo pequeño que es, hay que poner una barandilla para que no se caiga. La madre saca la cuna, es muy pequeño. El abrazo de soslayo vuelve a hacerse automáticamente, sus manos se juntan, tienen muchas cosas que hacer.
La película es de lágrima, va directa a las emociones. Pero no os la perdáis, es una de esas películas que no deberíamos dejar pasar. Con la carga emocional que sólo Cary Gran, un monstruo de la interpretación, y la magnífica Irene Dunne, os va a trasladar de un fotograma a otro, de lo más triste a lo más feliz. Sólo unos maestros de la pantalla como ellos pueden jugar así.
Nos consta que las personas son madres y padres con o sin hijos, esas personas tan maravillosas que quieren compartir sus vidas con las de otros que ven como propios. Enhorabuena, gente con tan grandes esperanzas hacen y crean a grandes personas.
Con todo el cariño, feliz noviembre para todos desde la Mecedora.
Deja un comentario