Quien estando enfadado impone un castigo,
no corrige sino que se venga
Michel de Montaigne
Queridos amigos de Todo es cine:
Es un privilegio volver a estar con todos vosotros. Empezamos mes y eso nos sirve de pretexto para ponernos en contacto y hablar sobre Siempre a tu lado (2001, Tony Goldwyn).
La historia nos habla de una chica (Ashley Judd), quien tiene una peculiar hipótesis, y ésta es que las mujeres son vacas y los hombres toros; y una vez que un toro va con una vaca, no vuelve a estar jamás con ella, de ahí que le llame la “vaca vieja”.
Con la protagonista viajamos por unas calles de Nueva York llenas de colorido, y el director te lleva como “de la mano” viendo todo el entramado que se va haciendo en la vida de esta ejecutiva debido a esa “alusión”. Ella vive con un chico (Hugh Jackman), quien representa la clave de su teoría, pues él sí hace todo lo que ella declara en su propuesta, sale con una chica muy joven cada noche, y no repite. Entre amores y desamores, la película, una comedia de situación, te hará pasar un momento agradable.
Si de vacas hablamos, os voy a regalar un cuento que me contaba mi madre de pequeña, y que a ella se lo contaba su abuela. Ya que está cerca la Navidad, podemos sentarnos con los niños y volver a contar historias, siempre con su moraleja. Y si estás en tu casa con tu libro y nuestra revista, te vendrá también estupendamente.
La historia empieza en un país lejano, donde vivía una madre que quería muchísimo a su hija. Antes de morir, le pide que atienda a su vaca, pues ella siempre la cuidará. El padre se vuelve a casar, y ahora la niña tiene una “madrastra” y una “hermanastra”, otra niña de su misma edad que aportó la señora al matrimonio.
Pero a la protagonista poco a poco se le fue dejando sólo para las tareas del hogar. Cuando su padre muere, ya sólo tiene que ser (al estilo de Cenicienta), la cenicienta de este cuento. Pero la niña tenía un secreto, y se iba de noche con la vaca, ya que ésta le daba su calor y el cariño que necesitaba. Una noche, la madrastra la siguió y, viendo lo que había, mandó matar a la vaca, y que fuese la niña precisamente la que fuera a lavar sus tripas al río. Cuando lo estaba haciendo, salió de ellas una bola de luz que la niña siguió y que le condujo hasta un palacio. En él estaba escondido un loro y la niña, al ver lo sucio y desolado que estaba el palacio, empezó a limpiar y recogerlo todo. Al oír voces de tres hadas buenas, se escondió detrás de la puerta. Las hadas, al ver todo aquello, le preguntaron al loro quién lo había hecho, y el loro les contestó: “el que lo hizo detrás de la puerta está”. Al descubrir a la niña, las tres hadas le dieron cada una, una bendición: que tuviese siempre vestidos maravillosos la primera; otra que fuese rica y casada con un príncipe; y la última que siempre oliese a flores.
Cuando llegó a la casa, la madrastra quiso lo mismo para su hija, pero como todo estaba limpio y en su sitio, ella lo ensució y lo desordenó todo. Al llegar las hadas, volvió a pasar lo mismo, e igual el loro respondió: “el que lo hizo detrás de la puerta está”. A ella entonces, las hadas le mandaron todo lo contrario: versarse con harapos, echar sapos y culebras cada vez que hablara, etc.
Bueno, la moraleja ya la vemos; eran otros tiempos y sus castigos ejemplares, no deja de ser un cuento de muy buenos y muy malos. Pero aquí no está la cuestión, la cosa es que cuántas veces queremos lo que los otros hacen o tienen; debemos aprender a jugar nuestras cartas, a veces las cosas tardan más, pero no sabemos nada de las vidas de los demás, les atribuimos cosas que a lo mejor no son tan claras como creemos.
Sólo quiero deciros que no nos enfademos, que esperemos, la vaca, la nuestra, como en la película y como en el cuento, nos llegará, y esa oportunidad no la dejéis pasar.
Que seáis muy felices y tengáis un maravilloso diciembre. Con cariño, desde la mecedora.
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