El alma endereza los entuertos.
Sta. Catalina de Génova
Queridos amigos de Todo Es Cine:
Un placer volver a estar con todos vosotros. Este mes de febrero es un mes importante, entre otras cosas, porque celebramos San Valentín, el día de los enamorados. Como el especial de este mes aborda precisamente eso, el amor, he escogido una película francesa escrita y dirigida por Rémi Bezançon, Un amor de altura (Ma vie en l’air, 2005).
Imagen de Ma vie en l’air © 2005 Mandarin Films / M6 Films. Todos los derechos reservados.
La historia nos lleva a París, donde Yann Kerbec (Vincent Elbaz), es un chico que toda su vida ha tenido una pasión: volar; y una fobia: miedo a volar. Aunque resulta paradójico, entre esas nubes transcurre su vida. Pierde a su primer amor, Charlotte, debido a este miedo, y vive junto con un amigo Ludo (Gilles Lellouche), que como el propio Yann dice: “si un amigo de la infancia no lo pierdes en la adolescencia, es para toda la vida”. Y así es.
Imagen de Ma vie en l’air © 2005 Mandarin Films / M6 Films. Todos los derechos reservados.
Para acercarse más a su miedo, y poder volar aunque de mentira, Yann se dedica a ser preparador de pilotos en un simulador. Pronto conoce a Alice (Marion Cotillard), una vecina, de quien se enamora. Y entre juegos de poder y de miedo, el final es para vosotros.
Imagen de Ma vie en l’air © 2005 Mandarin Films / M6 Films. Todos los derechos reservados.
Es una comedia agradable y simpática, está llena de luz y de color; creo que os va a gustar. Sin embargo, la moraleja que nos puede dejar, o al menos una de sus lecturas, es una reflexión acerca del miedo. El miedo, qué emoción tan grande, nos ocupa mucho tiempo y nos quita mucha vida. Pero Yann lo intenta y lo consigue. Cuántas veces nos pone trabas nuestra propia mente, pues a veces echamos la culpa al mundo y somos nosotros quienes no nos dejamos crecer. Aquí, como en otros momentos de la vida, el amor, otra emoción grande y poderosa, nos hace coger ese avión que hemos perdido la primera vez. Como reza la máxima, “el amor endurece los entuertos”.
Con todo el cariño, que tengáis un San Valentín de cine.
Desde la Mecedora.
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