Título original: Doraibu mai kâ. Año: 2021. Duración: 179 minutos. País: Japón. Dirección: Ryûsuke Hamaguchi. Guion: Ryûsuke Hamaguchi, Takamasa Oe, basado en el relato homónimo de Haruki Murakami. Música: Eiko Ishibashi. Fotografía: Hidetoshi Shinomiya. Reparto: Hidetoshi Nishijima, Tôko Miura, Reika Kirishima, Sonia Yuan, Satoko Abe, Masaki Okada, Perry Dizon, Ahn Hwitae. Producción: Bitters End, C&I Entertainment, Culture Entertainment, Asahi Shimbun. Distribuidora: Elástica Films. Género: Drama.
En un mundo de cambio vertiginoso y odas tiktokers, Ryûsuke Hamaguchi realiza una incursión en el drama intimista a ritmo lento, con la delicadeza que requiere una película llamada a ser un clásico.
Basada en el relato corto de Haruki Murakami incluido en su libro Hombres sin mujeres, esta suerte de director’s cut de Ryûsuke Hamaguchi ha conseguido extender las apenas decenas de páginas de la historia original hasta las tres horas de duración, con un argumento desarrollado, distante y, al mismo tiempo, preciso. Aunque la esencia se mantiene en este retrato de los amores y rencores del siglo XXI, Hamaguchi ha logrado destilar la esencia fílmica de una historia que prometía como base cinematográfica, pero se ha visto mejorada y aumentada.
Yūsuke (Hidetoshi Nishijima) es un actor teatral cuya vida con Oto (Reika Kirishima) colma todas sus expectativas conyugales. Ella es guionista televisiva y el divertimento de ambos es dialogar sobre las historias improvisadas que Oto fabula tras intimar con su marido. Esta es la única distracción de ambos, quienes intentan olvidar que hace años perdieron una hija y que, desafortunadamente, desde aquel momento también ellos comenzaron a perderse.
A pesar de que Yūsuke es consciente de que su mujer tiene amantes, entre ellos el joven actor Kōji Takatsuki (Masaki Okada), decide guardar silencio sepultando todo el rencor en su corazón cansado, dispuesto a dar por bienvenido todo aquello que le angosta por dentro.
Un nuevo revés hace que Oto muera repentinamente, lo que sume a Yūsuke en un profundo desconsuelo. Incapaz de seguir adelante con su vida, se abandona a un letargo de dos años. Transcurrido ese lapso, será invitado a impartir sesiones en una residencia de interpretación durante dos meses, tiempo en el que pondrá en escena la obra El tío Vania (1899) de Antón Chéjov. Entre todos los aspirantes a actores aparece Kōji Takatsuki, a quien no duda en contratar para interpretar al propio Vania.
La frialdad y la tibieza emocional de Yūsuke se mantienen incluso con Misaki (Tōko Miura), la joven chófer a la que el Teatro de Arte y Cultura de Hiroshima ha contratado para que traslade a Yūsuke. Los trayectos, consistentes en una sesión ininterrumpida del audio de la propia obra, se saldan con dos almas heridas que ni se conocen ni se implican más allá de la compartición del vehículo. Los sucesos que acontezcan en Hiroshima y las revelaciones que van a ir haciendo configurarán una trama compleja en la que el pasado al fin cederá paso al presente.
Excelente película de una añada compleja como la de 2021, sin duda su punto fuerte radica en su acierto visual y sonoro, a pesar de que su intencionalidad es que ambos factores pasen desapercibidos. En su pretendida naturalidad se obvia el calado de Hidetoshi Shinomiya, director de fotografía, y de su imagen límpida, rebosante de claroscuros, con primeros planos repletos de emoción y de paisajes desolados cargados de simbolismo. A ello contribuye, igualmente, la magnífica banda sonora a cargo de Eiko Ishibashi, una partitura cuya complejidad se muestra, entre otros muchos aspectos, en intercalar reveladores silencios.
Podrá decirse mucho sobre la cinta de Ryûsuke Hamaguchi, no obstante, a nivel cinematográfico, Drive my car es uno de los mayores acicates para dejarse seducir por el cine en estado puro. Sin ninguna duda es imperdible.
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