Dudo mucho que cuando los hermanos Grimm se propusieron recopilar cuentos para que intelectuales y estudiosos pudieran recurrir a ellos (y nunca se perdieran tan valiosas enseñanzas que no sólo antropológicamente son un tesoro) pensaran la magnitud e importancia que iban a llegar a tener en un futuro. Que sus cuentos no sólo no se perderían y se estudiarían sino que además formarían parte del imaginario colectivo, cuya iconografía quedaría marcada a hierro en las mentes del futuro. Una de sus historias más conocidas, aunque no de las más antiguas precisamente, es Blancanieves, que lejos de pasar de moda el cine cada día se encarga de reinventarla. Pero pese a sus muchas versiones y revisiones es la de Disney la que está grabada en nuestra memoria.
Imagen de Blancanieves 1937 © Copyright Walt Dinsey Pictures. Todos los derechos reservados.
Fue este en 1937 el primer largometraje de la compañía, cosechando un enorme éxito con él, y también fue el primer largo de animación y el primero en utilizar el Technicolor. Nadie antes que él se había atrevido a dar el salto. Por ello utilizó este cuento, ya que al ser un argumento sencillo y sobradamente conocido no era una batalla más que ganar, así podrían centrarse en los dibujos y en los musicales. La aventura sería conocida como “La locura de Disney”, llevando al borde de la quiebra a la compañía con unos gastos excesivos, aunque posteriormente serían recuperados con creces.
Imagen de Blancanieves 1937 © Copyright Walt Dinsey Pictures. Todos los derechos reservados.
Se rodó con la cámara multiplano, sistema desarrollado por Walt Disney, y que utilizó por primera vez en 1937 en el corto El viejo Molino. Consiste, básicamente, en fotografiar a la vez varios dibujos a diversas distancias de la cámara, para así crear sensación de profundidad. Fueron estos estudios los que durante décadas han dominado el panorama cinematográfico de la animación, y es que el riesgo y la creación de novedades siempre lo han caracterizado. Así también fue suya la primera cinta de animación sonora, en 1928 el corto Steamboat Willie (Dir. Walt Disney, Ub Iwerks), en la que Mickey Mouse es el protagonista. Toda esta innovación que realizó en su área cinematográfica le valió un Oscar honorífico en 1939, recibiendo de la Academia una estatuilla grande y siete diminutas.
Y es que aunque a lo largo de su vida creó obras tan asombrosas como Mary Poppins (Dir. Robert Stevenson, 1964), otras más experimentales, como la joya que es Fantasía (Dir. James Algar, Samuel Amstrong, Ford Beebe, Norman Ferguson, Jim Handley, T. Hee, Wilfred Jackson, Hamilton Luske, Bill Roberts, 1940), continúa siendo su Blancanieves la que marcó un antes y un después en un género cinematográfico que habría sido algo muy diferente sin él.
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