Memoria y olvido son como la vida y la muerte. Vivir es recordar y recordar es vivir. Morir es olvidar y olvidar es morir.
Samuel Butler
Queridos amigos de Todo Es Cine:
Un placer volver a estar con todos vosotros. Hoy os voy a hablar de una película de animación de Disney, Coco (2017, Lee Unkrich). La historia nos lleva a un pueblecito mexicano, allí un niño llamado Miguel corre por sus calles y nos va presentando a su familia y, con ella, su historia.
A Miguel le encanta la música, pero su vida está marcada por un acontecimiento familiar, su tatarabuelo era cantante y tocaba la guitarra española, pero un día abandonó a su familia, a su mujer Imelda y a su pequeña hija Coco. La mamá se puso a fabricar calzado y, desde entonces, las posteriores generaciones heredaron ese legado, toda la familia gana el sustento con esa profesión. Pero Miguel no quiere ser zapatero, él adora la música y acude a la plaza del pueblo para ver tocar a los músicos y a escuchar sus canciones. Su abuela Elena, hija de la pequeña Coco, va a buscarle con su zapatilla amenazante, pues él debe seguir con su legado familiar.
Durante la noche de los muertos, todos preparan en una habitación un altar con el que recordar a los suyos, ya desaparecidos; están todas las fotos en sus marcos, repletos de flores. Ellos viven junto a sus seres queridos. Pero Miguel no quiere ese tipo de celebración, él saca la guitarra que tiene escondida y se pone a tocar, para disgusto de su abuela, quien asocia la música con el abandono y la falta de amor por la familia. Por eso Miguel se escapa, se va a la plaza en la que limpia zapatos a ver el ambiente festivo del pueblo. La familia le promete entregarle el mandil de la profesión, algo que todavía enfada más a Miguel.
Mamá Coco, bisabuela de Miguel, está sentada en su silla, ya es una mujer muy mayor; aunque el niño la quiere mucho, ambos se miran con mucha ternura. Pero Miguel se va, desaparece y se dirige al cementerio, pues al estar con Coco ve la foto de su tatarabuelo, el padre de Coco, a la cual le falta el rostro de su padre, para no recordarle después de que les abandonase.
Él no estaba, pero al desplegar la fotografía, apareció una guitarra y un traje, que le dan la pista de quién puede ser. Su abuelo era el famoso Ernesto de la Cruz, cantante y autor muy prestigioso y querido; como él es su abuelo y, ya que nadie le presta una guitarra para el concurso de la noche, se va al Campo Santo donde está enterrado y, pidiéndole prestada la guitarra para el concurso, se la lleva. Bueno, la historia sigue y, como siempre, es para vosotros.
Es una película de animación que, aunque se centre tanto en el tema de los muertos, en el fondo deja una agradable sensación y la idea de una vida en el más allá, donde todos volvemos a estar juntos y donde la familia espera. Solo deja una gran esperanza.
El cariño de los de aquí, junto con los de allí, hacen que un día de difuntos sea una fiesta en otras culturas, donde viven fuertemente el amor y conviven con ella; en estas latitudes tenemos algo más bloqueado este tema, pero en el caso de Miguel eso es habitual y, al final, la música no es tan mala como parece, pudiendo ayudar mucho a toda la familia.
Por eso, vivir es Vivir es recordar y recordar es vivir.
Con todo el cariño, desde la Mecedora.
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