El éxito no es la clave de la felicidad, la felicidad es la clave del éxito.
Wayne Dyer
Queridos amigos de Todo Es Cine:
Un placer volver a estar con todos vosotros. Estrenamos mes y, con él, una nueva película sobre la que reflexionar. En esta ocasión es Charlie y la fábrica de chocolate (2005, Tim Burton), basada en la novela homónima de Roald Dahl.
La historia nos lleva a las afueras de una gran ciudad donde Charlie vive en una casita llena de agujeros, por donde el poco calor de la lumbre se escapa, y allí, en una cama colocada en el centro de la cocina, duermen sus cuatro abuelos (David Kelly, Liz Smith, Eileen Essell, David Morris). También están su madre (Helena Bonham Carter) y su padre (Noah Taylor). Charlie vive feliz repartiendo entre todos el poco sustento que tienen.
Una noticia camba su vida y la de todos, pues el dueño de la fábrica de chocolate, Willy Wonka (Johnny Depp), ha puesto en circulación cinco billetes de oro en sus tabletas de chocolate. Quienes los encuentren, ganarán el premio de visitar las instalaciones de la fábrica, un edificio fortificado al que nadie ha podido acceder desde que despidiera a todos su empleados.
Charlie se lo cuenta feliz a su familia. Con el dinero de todos compran una tableta a la espera del resultado. Especialmente contento está el abuelo Joe (Kelly), quien en el pasado trabajó en la fábrica y quiere que su nieto conozca todo aquello. Pero no es así, la tableta no contiene el billete premiado que le llevaría a ganar el concurso.
Su abuelo tiene una pequeña reserva en su calcetín y otra tableta llega a sus manos. Pero tampoco gana. El dulce sabor del chocolate que Charlie va repartiendo entre sus parientes compensa la frustración de no ganarlo. Pero la suerte está de su parte, un dinero que encuentra casualmente le hace comprar la tercera tableta y allí está su pasaporte a la fábrica de chocolate.
En los medios de comunicación, en la televisión particularmente, se van presentando a todos los ganadores, aquellos niños que han conseguido los billetes. Cada uno tiene un tipo de carácter diferente: Augustus es glotón, Violet tiene mucha personalidad, ha ganado muchos trofeos y el chicle es su pasión, pues incluso masticándolo se hizo campeona; Veruca tiene un gran carácter y domina a todo aquel que tiene cerca y Mike tiene problemas a la hora de relacionarse con los demás. El quinto es Charlie, quien va con su abuelo al igual que los otros niños, que deben acudir con un familiar.
En la entrada, el día acordado, les espera Willy Wonka para advertirles de lo que van a encontrar dentro del recinto. Wonka es un hombre peculiar, con unos dientes perfectos, de gran tamaño y muy blancos, que les espera impaciente. Y la historia es para vosotros.
Os aconsejo Charlie y la fábrica de chocolate como película para ver con los niños. Tiene un toque de moralina y, al mismo tiempo, los niños pueden disfrutar con sus aventuras. Con la perspectiva que da el tiempo, también los adultos disfrutarán de ella, porque traslada a los problemas de la infancia, los traumas de un hijo cuyo padre le obligaba a ponerse brackets y no le permitía tomar ninguna golosina. Su niñez se torna en dolor sin ninguna recompensa.
La película realiza una crítica a aquellos niños malcriados y soberbios que lo tienen todo y que quieren más, a los que convertimos en grandes egoístas. También muestra la importancia de encontrar la felicidad y el valor de las pequeñas grandes cosas, el espíritu de la gente humilde y modesta, pero que sabe entregar todo el amor del mundo a quienes ama.
Por eso, el éxito no es la clave de la felicidad, la felicidad es la clave del éxito.
Con todo el cariño, desde La Mecedora.
Y en especial para Ana, al ser una de sus películas favoritas.
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