El cine y la literatura siempre han ido de la mano. Numerosas obras de cine han sido paridas por adaptaciones cinematográficas, a lo cual debemos sumar, aunque menos numerosos, los biopics de escritores cuyas vidas han sido lo suficientemente interesantes como para llevarlas al celuloide.
Una de esas vidas fue la de Truman Capote, su obra A sangre fría de 1966 continúa siendo el mejor exponente del movimiento literario Nuevo Periodismo. Sobre ese capítulo de su vida, la inmersión en la que se vio envuelto para la creación de dicha novela, se crearon dos películas muy cercanas en el tiempo, Historia de un crimen en 2006, donde Toby Jones dio vida a Capote y Sandra Bullock a su mejor amiga, Harper Lee (Matar a un ruiseñor).
Pero un año antes, en 2005 y coincidiendo con el 81 aniversario del nacimiento del escritor y periodista, se estrenó Capote (Dir. Bennet Miller) y ganadora de un Oscar al Mejor Actor, reconocimiento a una insuperable interpretación que Philip Seymour Hoffman llevó a cabo (sin menospreciar la de Toby Jones, también muy loable).
Capote se centra en cómo el escritor comienza a crear su novela partiendo de una terrible noticia periodística que asoló Kansas; una familia de granjeros, los Clutter, fue brutalmente asesinada en su domicilio a manos de dos ladrones Perry Smith y Dick (Richard Hickock).
Será con el primero con quien Truman realice durante años las entrevistas que anotó para redactar su libro. Notable es la empatía del escritor quien, ante una defensa injusta y en contra de la pena de muerte, tratará que los asesinos no sean llevados a la horca, también por un motivo menos altruista, necesita tiempo para crear la obra y por ello que se mantengan con vida. La película muestra cómo, cual suspicaz detective/investigador, Capote intenta sustraer todos los hechos verídicos y la narración de estos por parte de los asesinos. Si bien es mostrada la empatía también el engaño del escritor hacia los asesinos, quien los manipula para lograr una cronología y orden de los asesinatos, el motivo, etc. Y así dotar a su novela de una objetividad periodística, de documento.
Seymour Hoffman, pese a ser habitualmente inolvidable, en esta ocasión su creación del personaje llegó a tal punto, a un nivel, que es difícil separar al Capote real del creado por él. No sería su última nominación al Oscar pero sí el último que ganase antes de su prematuro fallecimiento en 2014.
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