En 1927 con la llegada del cine sonoro gracias a la Warner y su película El cantor de Jazz se inaugura no solo una nueva era para el séptimo arte, si no también un nuevo género, el musical, que daría grandes obras de calidad en los años treinta.
Una de las obras más importantes en el inicio del género se creó en 1933, fue Calle 42 dirigida por Lloyd Bacon, y cuyo coreógrafo fue el inigualable Busby Berkeley. Las coreografías finales elevarían la película a la categoría de las grandes obras musicales, siendo objeto de referencia y homenajeada en obras posteriores como El gran Lebowski (1998, Joel y Ethan Coen) y en otras diversas obras musicales a lo largo de la historia. Su reconocimiento la ha llevado a ser galardonada por el organismo Nacional Film Registry para su conservación.
Su guión relata como atacó la crisis del 29 al sector de los grandes musicales de Broadway, La bella dama será dirigida por uno de los grandes, Julian Marsh (Warner Baxter), quien arruinado por el crack, enfermo y sin amigos, se propone con esta última producción, recuperarse y crear una nueva estrella. Peggy es el personaje protagonista de la película pero no de la producción musical en la que se centra el argumento. Su personaje corresponde al tipo de Cenicienta, algo muy habitual en el género del musical, y la actriz que la interpreta, Ruby Keeler, era a su vez en la vida real una de las grandes estrellas de Broadway.
Calle 42 supuso el espaldarazo para uno de los personajes secundarios Ann, la amiga de la protagonista, interpretada por Ginger Rogers, la cual a partir de ese mismo año empezaría a formar pareja con Fred Astaire, a quien ya había conocido en otra película unos años antes.
Mención especial debe hacerse a los espectaculares decorados que conforman los números musicales, en ellos se representa La bella dama con las mencionadas coreografías caleidoscópicas y canciones pegadizas. Uno de ellas, en la que decenas de bailarinas al girarse forman con cartón piedra una amplia avenida de edificios iluminados por la que se mueve la protagonista, aún posee reminiscencias del expresionismo alemán y de sus decorados teatrales.
Una obra digna de ser recordada.
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