Dirección: Inés París.
País: España.
Año: 2015.
Género: Comedia, suspense.
Interpretación: Belén Rueda, Eduard Fernández, Diego Peretti, María Pujalte, Fele Martínez, Patricia Montero.
Montaje: Ángel Hernández Zoido.
Guion: Inés París y Fernando Colomo.
Estreno en España: 29 Abril 2016.
Redonda. Tanto que sería imposible mejorar la nueva película de Inés París. Ácida, rompedora, profunda, brillantemente interpretada y con una historia repleta de suspense, misterio y humor. Si sir Alfred Hitchcock hubiera reescrito Sospecha (1941) restándole afectación y aumentando la dosis de hilaridad, hubiera concebido una película muy similar a la de París, donde el juego de medias verdades queda velado por un crimen interruptus que intenta ser ocultado y descubierto en iguales proporciones. El universo diegético de la cinta es tan hechizante, que el público de inmediato empatiza con los protagonistas, dando carta blanca a una cineasta que sabe repartir como buen crupier unas fichas que subyugan al espectador en un macabro y divertidísimo cluedo.
Isabel (Belén Rueda) y Ángel (Eduard Fernández) son un matrimonio ejemplar. Ella actriz y él guionista, su vida discurre con apacibilidad, compatibilizando su nueva situación civil con el bagaje familiar que ambos arrastran. Juntos han adoptado a una niña, quien tiene como hermanos al hijo del anterior matrimonio de Isabel con Carlos (Fele Martínez); y a la hija de la anterior unión de su padre con Susana (María Pujalte), coguionista y directora de todas sus películas. Tanto Isabel como Ángel sostienen una inmejorable relación con sus ex parejas, situación que dejan entrever cuando deciden que los tres niños vayan a esquiar juntos de vacaciones. Mientras, en la lujosa casa de Isabel y de Ángel, se va a celebrar una importante cena de negocios, Susana quiere que el nuevo thriller de Ángel sea protagonizado y coproducido por Diego Peretti, el actor argentino que será el invitado de excepción en esta peculiar cena.
Aunque todo parece ir sobre ruedas, la mala fortuna de Isabel en los cásting, la larga espera a que debe hacer frente entre papel y papel y el inexorable paso del tiempo comenzarán a hacer mella en la actriz, situación que no mejora ante un imprevisto y turbio asunto que Carlos, su exmarido, se trae entre manos. Con Diego Peretti como invitado, la nueva novia de Carlos en la mesa y un guionista y una directora fuera de sí, a Isabel no le quedará más remedio que actuar como la mejor anfitriona, hasta que se demuestre lo contrario.
Jocosa película co escrita por París y Fernando Colomo y un excelente montaje de Ángel Hernández Zoido, nada en su estructura está dejado al azar, ofreciéndonos un filme coreográfico en el que la precisión en la dosificación de los gags visuales y físicos, amén del de los diálogos y la actuación, es fundamental. Sin ese tempo, sin ese ritmo sincopado y esa interpretación milimétricamente planificada, cualquiera de los ingredientes no habría funcionado; sin embargo el engranaje de La noche que mi madre mató a mi padre está perfectamente engrasado y rinde tributo a la comedia de más alto nivel, género que ha cosechado con éxito una directora ya ducha en materia cómica.
El rotundo reparto no solo hace recordar su brillantez en la actuación, sino el inmenso talento de París como directora de actores, capaz de sacar lo mejor de todos ellos. Belén Rueda, Eduard Fernández, Diego Peretti, María Pujalte, Fele Martínez y Patricia Montero forman el reducido elenco de una película con escenografía casi teatral, que en lugar de caer en la histeria de ¿Quién teme a Virginia Woolf?, oxigena la atmósfera con un tono lúdico, sensato pero desenfadado al más puro estilo de Hércules Poirot.
Una película que no puede dejar de verse, capaz de ofrecer misterio, comedia, drama, thriller y diversión a raudales, sin superhéroes pero repleta de inmensos artistas. Sencillamente redonda.
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