Me lo contaron y lo olvidé, lo vi y lo entendí, lo hice y lo aprendí.
Confucio
Queridos amigos de Todo Es Cine:
Un placer volver a estar con todos vosotros. En este mes que tenemos especiales magníficos, me gustaría hablaros de una película que me parece estupenda, Un viaje de diez metros (2014, Lasse Hallström), basada en la novela homónima de Richard C. Morais y producida por Steven Spielberg y Oprah Winfrey. La historia nos lleva a la India, donde un niño va a la compra junto a su madre, ella le enseña el arte de comprar los alimentos frescos, la cocina, conjugar todos los sabores potenciados por las especias. El niño disfruta de cada momento. Sus padres y sus hermanos forman parte de una familia que lleva un restaurante, donde hacen la comida típica de su país. Una noche deben huir porque la política y las revueltas hacen que su casa, su vida, queden destruidos en un incendio. Su madre, por volver atrás, queda presa de las llamas. La familia se va de allí, errantes. Primero se instala en Inglaterra, pero no acaba de encontrar su sitio. Y se vuelven a mudar.
Imagen de Un viaje de diez metros, película distribuida en España por Tripictures © 2014 DreamWorks II Distribution. Foto por François Duhamel. Todos los derechos reservados.
Emprenden un viaje lleno de problemas por el viejo continente. En los Alpes franceses, su coche se para. Al padre (Om Puri), le gustaba decirles a sus hijos que se ponía en contacto con su madre, que era ella quien había escogido ese pueblo. Margueritte (Charlotte Le Bon), una chica de la zona, les cobijó en su casa y les dio de comer los productos hechos por ella misma de la tierra. Quieren compran una casa enfrente de Le Saule Pleureur, un restaurante de lujo que tiene una estrella Michelín. Ellos despliegan toda su cultura, sus olores a especias, su música, sus luces y sus farolillos. Todo esto molesta a Madame Mallory (Helen Mirren), la dueña del restaurante que vive a diez metros de la otra casa. Una y otra quedan enfrente y enfrentadas.
Imagen de Un viaje de diez metros, película distribuida en España por Tripictures © 2014 DreamWorks II Distribution. Foto por François Duhamel. Todos los derechos reservados.
La restauradora les hace la vida imposible, es la guerra, pero la familia intenta defenderse y atacar con sus armas. Una noche, otra mala coincidencia del destino hace que les vuelvan a prender fuego. Hassan (Manish Dayal), el hijo que volvía de ver a su querida y amada Margueritte, se ve envuelto en las llamas y, queriendo apagar con sus manos el fuego, se quema. Las paredes del muro quedan pintadas con palabras contra esta pobre familia, y es Madame Mallory quien despide a uno de sus chefs después de haber visto desde su ventana ve todo lo que les ha ocurrido a sus vecinos. Y en ese momento la guerra (según ella), se torna amistad. Sale bajo la lluvia a borrar lo escrito en los muros, y el padre le brinda un paraguas. Aun con las manos vendadas, Hassan le invita a probar una tortilla, que para Madame Mallory era el examen de entrada a su negocio. Y aprobó con nota. Habla con su padre, incluso se queda una noche en su casa sentado esperando, para trabajar en el restaurante de Madame Mallory.
Imagen de Un viaje de diez metros, película distribuida en España por Tripictures © 2014 DreamWorks II Distribution. Foto por François Duhamel. Todos los derechos reservados.
Cuando Hassan finalmente se vaya al negocio de la mujer, hará que consiga su segunda estrella Michelín. A partir de entonces a Hassan le llueven contratos en París, para restaurantes de mucha categoría, así que se va. Deja atrás a su amor y a su familia. Aunque consigue otra estrella para su nuevo restaurante, la cara y el alma de este chico se vuelven amargas, en cada sabor que le recuerda a su casa. Porque su casa está allí, en aquel pueblo. Y el final es para vosotros.
Imagen de Un viaje de diez metros, película distribuida en España por Tripictures © 2014 DreamWorks II Distribution. Foto por François Duhamel. Todos los derechos reservados.
Es una película amable y tranquila, que devuelve un poco la fe en la humanidad. Espero que os guste. Ver dos casas tan cerca, tan lejos, en un proceso tan profundo como el unir dos mundos, es entrañable, sobre todo descubrir que al igual que se maridan los alimentos y se fusionan en la cocina nuevos sabores y nuevas especias, tan antiguas por otra parte, también se pueden fusionar los mundos. La mezcla, la unión de dos culturas tan lejanas, tan cercanas, hace que la familia se haga grande, y la profundidad y la distancia, solo sean de unos pasos.
Por eso me lo contaron y lo olvidé, lo vi y lo entendí, lo hice y lo aprendí. Que aprendamos muchas cosas para ser cada día mejores, como la buena cocina.
Con todo el cariño, desde la Mecedora.
Y desde estas páginas, en un día tan especial, un recuerdo también muy especial, en el primer cumpleaños sin mi madre. Con todo mi cariño.
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