Agosto ha llegado a Todo es cine y con él las deseadas vacaciones, es el momento de hacer turismo, de viajar e intentar perdernos para evadir los problemas y malos momentos que nos están sobreviniendo tanto particular como colectivamente. En ocasiones, la vida te da un revés y una de dos u optas por soportarlo pasivamente o lo afrontas devolviéndoselo. O tal vez hagas ambas cosas, como la protagonista de Bajo el sol de la Toscana (Dir. Audrey Wells, 2003, de la novela homónima autobiográfica de Frances Mayes, 2002). Frances es una escritora que tras su divorcio se hunde en una depresión de la que no habría salido sin la ayuda de su amiga Patti, quien la envía a un viaje gay por la Toscana. Es en Italia donde abandonará toda su vida anterior y, pese al miedo al cambio y a la soledad, toma las riendas de su vida comenzando otra nueva al establecer su residencia en el lugar, donde se hace con una villa totalmente destartalada que deberá reformar.
Imagen de «Bajo el sol de la Toscana» – Copyright © 2003 Touchstone Pictures, Timnick Films y Blue Gardenia Productions. Distribuida en España por Buena Vista International. Todos los derechos reservados.
Es durante esa restauración cuando formará una “familia” hecha a base de buenos y fieles amigos, unos obreros polacos, el contratista y una americana decadente que intenta emular a Sylvia en La dolce vita (Dir. Federico Fellini, 1960). Simultáneamente a la reconstrucción del hogar se sucede la de su interior. Poco a poco Frances logra recomponer ese corazón que un marido infiel y egoísta le dejó roto. Paulatinamente, casa y vida personal toman color y contra todo pronóstico se vuelve a enamorar. Marcelo es quien le devolverá le fe en sí misma, recuperando su confianza y autoestima, rescatándola de su tristeza. Aunque es una relación destinada al fracaso por la distancia y el tiempo, y pese a ser Marcelo el primero de los dos en rehacer su vida, es mostrado como antagonista a ese marido que la utilizó y la hundió, ya que en el caso del italiano la relación termina rompiéndose de forma natural, sin mentiras.
Los hombres que conoce en Italia resultan ser todos ellos personajes positivos. Entre los polacos formará una familia, teniendo al menor de ellos, al joven Pavel, como si fuera su hijo. Será para ellos para quienes esta aficionada cocinera vuelva a meterse entre los fogones. Junto a ellos ha trabajado en la reconstrucción de esa casa, símil de su propio interior, tres hombres que como ese muro que levantan para asentar el jardín y la casa, la ayudan a alzarse y no volver a caer. Es a ellos a quienes realmente se ve unida, reflejado en esa emotiva separación en forma de secuencia fotográfica en blanco y negro. El señor Martini es el responsable de guiarla en sus momentos más bajos, abriéndole los ojos hasta el final, gracias a él se conoce mejor a sí misma, pues es quien le revela que todos sus deseos se han cumplido. Este personaje, junto al de Katherine, serán quienes siempre la aconsejen. La calidez y buenas intenciones de todos los personajes que habitan en Italia contrastan con la frialdad e incluso crueldad, como su exmarido, de los otros. Así mismo, los sonidos de fondo como el mar, el bullicio de las calles de Cortona, la alegría y risas de los niños chocan con la angustia sonora del gris y triste San Francisco, con sus cláxones, ambulancias y con los interminables llantos de su vecino depresivo.
Imagen de «Bajo el sol de la Toscana» – Copyright © 2003 Touchstone Pictures, Timnick Films y Blue Gardenia Productions. Distribuida en España por Buena Vista International. Todos los derechos reservados.
Es en Italia donde todo parece ser posible, un lugar en el cual comenzar de nuevo. Es allí donde su amiga lesbiana, Patti, también opta por refugiarse al ser abandonada por su pareja durante su difícil embarazo. Así las dos amigas con sus vidas amorosas rotas terminan cobijadas, juntas y a salvo en una villa en la Toscana. Una película positiva y optimista con imágenes muy sugerentes, luminosas y estimulantes que retratan una Italia en todo su esplendor. Un resultado apetitoso que incita al espectador a perderse en el lugar y correr la misma aventura que la heroína. Aunque si es para enamorarse, que más da que suceda bajo el sol de la Toscana o en un pueblecito cercano a Milán, mientras suceda…
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