Hay que tener buenos pensamientos antes de pensar
de lo contrario, se pierde todo fácilmente.
Anatole France
Queridos amigos de Todo es cine:
Un placer volver a estar con todos vosotros. En el especial que solemos hacer todos los meses, vamos a incorporar la literatura dentro del séptimo arte, y en esta ocasión hemos elegido la película My Fair Lady (1964, George Cukor).
Imagen de My fair Lady. Producida por Warner Bros. Pictures. Todos los derechos reservados
Basada en el mito de Pigmalión, esta historia nos lleva a la época victoriana, a un Londres lleno de contradicciones. Una sucia y malhablada Eliza Doolittle (Audrey Hepburn), va por las calles vendiendo flores. En el otro extremo está Henry Higgins (Rex Harrison), un profesor adinerado y culto, que desea llevar a cabo un experimento. Hablando con un amigo llega al convencimiento de que si trabaja y se esfuerza con la persona más inculta y sin riqueza ni honores, le puede llevar a convertirse una dama. Y se pone manos a la obra. Cuando coincide con Eliza cree que es la persona idónea para su plan. Tiempo y esfuerzo por ambas partes y ganas de dejar el trabajo por ambas partes, llevan a Eliza a terminar siendo lo que la primera propuesta afirmó, se convirtió en una dama de alto copete, que a todos los jóvenes y no tan jóvenes enamoraba, incluido al profesor. La reflexión y el haber escogido esta película da pie para poder hablar de un efecto en el ser humano, el “efecto Pigmalión”, al cual se le debe tener mucho respeto, pues podemos hacer que una persona sea lo que realmente quieres que sea.
Aquí el profesor Higgins procuró llevar a Eliza y convertirla en lady, y lo consiguió. Si utilizamos este plan y ayudamos a los demás saldrá de esa persona lo mejor que pueda llegar a ser. Pero si es a la contra, podemos hacer una persona infeliz. A veces más de lo que pensamos, también somos los artífices de la vida de los demás. Cuando a un niño con el “dedito” acusador, se le pone el estigma de “tú no vales para nada”, o algo de ese calibre, probablemente sea cierto y acabe consumando la profecía que se autocumple. Por eso, y al igual que el profesor, debemos de tener buenos pensamientos antes de empezar a decir y hablar de los demás.
Con todo el cariño, desde la Mecedora.
Y desde estas páginas le mandamos a nuestra amiga Mari Mar, que ahora está en Australia, un cordial saludo.
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