Título original: Boiling Point. Año: 2021. Duración: 92 minutos. País: Reino Unido. Dirección: Philip Barantini. Guion: Philip Barantini, James Cummings. Música: Aaron May, David Ridley. Fotografía: Matthew Lewis. Reparto: Stephen Graham, Jason Flemyng, Ray Panthaki, Hannah Walters, Izuka Hoyle, Vinette Robinson, Áine Rose Daly, Lourdes Faberes, Malachi Kirby, Gary Lamont, Stephen McMillan, Thomas Coombes, Alice May Feetham. Producción: Ascendant Films, Burton Fox Films, White Hot Productions, Three Little Birds Pictures, Alpine Films, Bromantics, Insight Media Fund, Matriarch Productions, Urban Way Productions. Distribuidora: Cinobo, Filmware International, Saban Films. Estreno en Filmin: 30 de diciembre de 2021.
Un restaurante. Una hora y media. Un único plano secuencia. Un thriller. Estos son los elementos básicos de Boiling Point, la nueva película de Philip Barantini tras Villano, en la que el director británico vuelve a abordar una historia protagonizada por un personaje al borde del abismo personal y social.
Andy Jones (Stephen Graham) es un cotizado chef de Londres. Su restaurante es punto de encuentro de la ciudad y las Navidades atraen todavía un mayor aluvión de reservas. Desbordado por la demanda de los clientes, el estrés se suma al alcoholismo que padece, el cual ha precipitado un doloroso divorcio. La agudización de su enfermedad ha desbarajustado el equilibrio del restaurante, desembocando en un equipo agotado y unas cuentas que hace tiempo han dejado de cuadrar. A pesar de sus intentos por fingir que todo está bajo control, las pésimas condiciones de su gestión alertan al inspector de sanidad que de improviso aparece en las instalaciones del restaurante. La conclusión es clara: su calificación desciende sintomáticamente de 5 a 3.
Con el suspenso en ciernes, su delicada situación personal y un equipo desbordado y carente de coordinación, la noche se presenta como un auténtico calvario para Andy, quien deberá velar por el bienestar de su personal, acallar su propia adicción y no sucumbir ante las imposturas de clientes, la presencia de una crítica gastronómica o el chantaje de antiguos amigos.
Thriller apasionante en el que el fondo no sucumbe ante la forma, el que esté rodado en un único plano secuencia no roba protagonismo a la trama, la cual se ve beneficiada de esa perspectiva de voyeurismo que acompaña al espectador desde el inicio de la cinta. Tal vez la concatenación de desgracias pueda impregnar de irrealidad una trama bien conformada, pero el poso de la historia no cesa de indicar que la sucesión de dificultades es tan real como la vida misma, donde todo, efectivamente, puede pasar.
Destaca, sin duda, la actuación de Stephen Graham, ese actor soberbio al que nos hemos acostumbrado a ver en tensión continua, aunque también la presencia de actores secundarios que otorgan un volumen sensacional a Hierve, como su cínico maestro Alastair Skye (Jason Flemyng), la hacendosa sous chef Carly (Vinette Robinson) o Beth (Alice Feetham) la sobrepasada directora del restaurante.
El que su director sea capaz de presentar a una veintena de personajes, tanto servicio como clientes, y que conozcamos en profundidad sus necesidades y devenir es, desde el punto de vista técnico, toda una proeza; porque si bien el formato de plano secuencia imprime una velocidad necesaria y beneficiosa para el thriller, también lo es que la perspectiva unilateral que produce una cámara persecutora e irrenunciable limita la información que se ofrece de cada personaje. De ahí que sea sencillo sucumbir ante el talento de Barantini, quien no acusa las dificultades que implica una apuesta formal tan arriesgada como limitante.
Por supuesto, esto no es mérito exclusivo de su director. Como indica Vinette Robinson, “el esfuerzo colectivo en esta película es mágico”, lo cual lleva irremediablemente a pensar en su dirección de fotografía, cuya labor precisamente radica en la uniformidad y continuidad fotográfica. A este respecto, en este caso el director de fotografía también es el operador de cámara, Matthew Lewis que, a pesar de su corta carrera, ha conseguido un aspecto visual de primer orden.
En resumen, Hierve es una película ineludible, incómoda y estresante, pero que resulta tan fascinadora, que es capaz de convertir un restaurante en un auténtico campo de batalla.
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