Nunca desistas de un sueño. Solo trata de ver las señales que te llevan a él.
Paulo Coelho
Queridos amigos de Todo Es Cine:
Un placer volver a estar con todos vosotros. Empieza un nuevo mes y, con él, una película que os va a gustar, El fantasma y la señora Muir (1947, Joseph L. Mankiewicz) basada en la novela homónima de 1945 escrita por Josephine Leslie, y publicada bajo el seudónimo de R. A. Dick. La historia nos lleva a una gran casa donde habita una familia compuesta por una abuela, una tía, Lucy Muir (Gene Tierney) y su hija Anna (Natalie Wood). Estas dos últimas, viuda y huérfana respectivamente a causa de la guerra, deben convivir con su familia política, aunque el descontento de esa convivencia se hace patente en la cara triste de la señora Muir. Por ello decide irse a vivir a la costa, ya que su sueño es independizarse y estar cerca del mar.
En un pueblo pesquero visita distintas casas y, una de ellas, la más barata, es la única ajustada a su limitada economía. La casa, sin embargo, posee una sorpresa, algo terrorífico que asusta al agente inmobiliario, quien considera que el inmueble nunca podrá ser alquilado, ya que en él habita el fantasma del Capitán Gregg (Rex Harrison). Pero la señora Muir quiere salirse con la suya a toda costa, se hace fuerte y consigue quedarse con la casa. Allí, junto a su pequeña hija y a su querida sirviente Martha (Edna Best) empieza una nueva vida.
Pero el intruso se aparece a Lucy de manera constante, viendo las desventuras que le ocurren a la mujer, llegando a la conclusión de que superará las penurias económicas escribiendo un libro sobre un lobo de mar: él se lo narrará y ella lo transcribirá. Así Gregg le ayudará a perseguir su sueño. La historia queda para vosotros.
El fantasma y la señora Muir es una película que explica con mucha belleza la relación que se establece entre el ente y la dueña de la casa. Sin embargo, también puede ser analizada desde otra perspectiva, y es la de ese ente que vive dentro de nosotros, ese ser que, a veces, nos habla y nos ayuda cuando no podemos más; ese otro yo que es la fuerza de voluntad, el ánimo que procede del término ‘alma’, esa alma que se levanta, aunque ya no se pueda más.
Cuántas veces, antes de empezar grandes retos, nos sentimos incapaces de acometer semejante esfuerzo, pero algo en nuestro interior nos empuja a seguir adelante, a dar un paso más.
Ahora que empezamos un nuevo mes, que para todo aquello que nos parezca dar un giro, un paso adelante, buscar un sueño y realizarlo, nuestro propio ente nos ayude a llevarlo a cabo. Por eso, nunca desistas de un sueño. Solo trata de ver señales que te lleven a él.
Con todo el cariño, feliz febrero desde la Mecedora.
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